En la novela Los asesinos del Emperador, de Santiago Posteguillo, el capítulo 71 está dedicado al anfiteatro Flavio, comúnmente conocido como Coliseo.
Capítulo 71. LA INAUGURaCIÓN DEL ANFITEATRO FLAVIO
Roma, 80 d.C.
"El anfiteatro Flavio se alzaba desafiante y orgulloso en el corazón de Roma. Tras el desastre de Pompeya y Herculano, un enorme incendio había destrozado las entrañas de la urbe, pero, como protegido por los mismísimos dioses, el nuevo y gigantesco anfiteatro había quedado fuera dela alcance de la llamas. Y como fuera que el anfiteatro Flavio estaba ligado a la nueva dinastía imperial, Tito decidió presentar al pueblo al hecho de que el incendio se hubiera detenido ante sus ciclópeos muros como una señal inequívoca de que los dioses, tras azotar Italia con grandes desastres, habían decidido legitimar, por fin, la nueva serie de emperadores de la familia Flavia.
Habían hecho diez años de constantes trabajos para poder inaugurar aquella mole de piedra. El mayor anfiteatro del mundo se erigía en tres grandes plantes exteriores, que, a su vez, se subdividían en ele interior en más pisos donde el pueblo encontraba acomodo, más próximo o más alejado a la arena, de acuerdo a su clase social: el emperador y los senadores en un primer nivel; los oficiales de la guardia pretoriana, del ejército y de otros cuerpos armados y los diferentes servidores del Estado en un segundo nivel; los soldados y los ciudadanos en general en el tercero; más arriba los pobres y los esclavos y, finalmente, en el último piso, las mujeres, con excepción de las sacerdotisas vestales o de las mujeres de la familia imperial que, por supuesto, estaban en el primer nivel.
....El público se arracimaba por centenares, por miles, en cada una de las setenta y seis puertas que daban acceso al gigantesco recinto. Nadie lo había visto or dentro excepto el divino Vespasiano o el emperador Tito, su guardia y los trabajadores...
...El emperador Tito entró acompañado por su joven hija Flavia Julia, de dieciséis años....Así, el público jaleó la entrada de un emperador cuya popularidad estaba creciendo desde que accediera al trono unos meses atrás....El emperador se situó junto a su joven hija en el centro del gran podio y saludó a todos los rincones del anfiteatro. El público aullaba con fuerza.
-¡César!¡César!¡César!