Entre los muchos aspectos que iremos viendo del mundo romano, en esta apasionante lectura descubriremos cómo es un circo romano, ese edificio construido para que el público disfrutase de las peligrosas carreras de caballos.
Circo Máximo, Roma
24 de marzo de 101 d.C.
Marco Ulpio Trajano emergió en el palco imperial del Circo Máximo acompañado de su esposa Plotina y seguido por su hermana Marcia, su sobrina Matilda Mayor y sus sobrinas nietas Vibia Sabina, Matilda Menor y Rupilia Faustina...Trajano sabía que su autoridad aún no estaba completamente asentada y que eran aún muchos los que lo consideraban un César débil, como su antecesor Nerva...aún había muchos que dudaban que un hispano fuera capaz de solucionar la administración de un Estado empobrecido y al mismo tiempo mantener a los bárbaros alejados de las fronteras de Roma. El pueblo...recibió a Trajano con un mar de aplausos, y no era para menos: el Circo Máximo resplandecía reluciente tras una profunda rehabilitación ordenada por el nuevo emperador. Y es que Domiciano no se había preocupado durante sus últimos años de reparar los numerosos desperfectos que un incendio dejó en gran parte de las gradas, muchas de ellas aún de madera. Trajano, por el contrario, había ordenado reconstruir todo lo perdido en aquel desastre con ladrillo y mármol.....
Celer supervisaba que los conditores engrasaran las ruedas de los carros, que los sparsores limpiaran después bien y que todos los armentarii, los mozos de cuadra, estuvieran realizando sus tareas convenientemente. Tras él dos de los aurigatores llevaban las riendas que debían engancharse a los bocados de los caballos. Todo parecía en orden pero Celer estaba nervioso.
-Es la hora del sorteo-dijo uno de los aurigatores, y llevaba razón. Celer asintió, dio media vuelta y se encaminó al centro de las cuadras del Circo Máximo. Allí se encontraban Acúleo por los azules,, dos aurigas más de los azules, otros dos de los rojos, como él, tres aurigas por parte de los verdes y tres más de los blancos. Iba a ser una carrera de de doce cuadrigas, muy peligrosa, doblemente mortal. Durante años lo habitual había sido celebrar carrera de cuatro cuadrigas, una por cada corporación; luego se fue aumentando el número de cuadrigas,, pero toda vez que el fallecido emperador Domiciano creó dos corporaciones más, los dorados y los púrpura, y permitió que corrieran dos carros por cada una de ellas, la plebe se acostumbró a ver correr doce cuadrigas a la vez.
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